En la presente práctica se realizará una reflexión sobre la fabricación de la ropa que nos ponemos día tras día, por ello introduciré el tema haciendo una síntesis acerca de la industria textil, para posteriormente elegir la última prenda de ropa que me he comprado y analizar su etiqueta. Además, después de investigar sobre el tema haré una crítica acerca de las condiciones laborales de los trabajadores y trabajadoras.
La industria textil es el sector de la industria dedicado a la producción de fibras; ya sean naturales o sintéticas, hilados o telas, y productos relacionados con la confección de ropa. Aunque desde el punto de vista técnico es un sector diferente, en las estadísticas económicas se suele incluir la industria del calzado como parte de la industria textil.
La industria textil es el sector de la industria dedicado a la producción de fibras; ya sean naturales o sintéticas, hilados o telas, y productos relacionados con la confección de ropa. Aunque desde el punto de vista técnico es un sector diferente, en las estadísticas económicas se suele incluir la industria del calzado como parte de la industria textil.
Los materiales textiles como fibras, hilos, telas y ropa que son productos de consumo masivo razón por la que la industria
textil y de la confección genera gran cantidad de empleos directos e
indirectos, un peso importante en la economía mundial y una fuerte incidencia
sobre el empleo y la tasa de desempleo en los países donde se instala.
Es uno de los sectores industriales más controvertido, tanto en la definición
de tratados comerciales internacionales como por su tradicional
incumplimiento de mínimas condiciones laborales y salariales por su deslocalización constante.
Las fábricas textiles son los lugares donde se desarrolla
el trabajo y elaboración de los distintos
materiales. Inicialmente el trabajo se realiza por mujeres en sus domicilios,
luego en talleres más o menos adecuados y finalmente en instalaciones fabriles
para la elaboración de hilaturas y confección de prendas.
En la actualidad, la mayoría de las
empresas del sector textil no fabrican todas sus prendas en su fabrica o
incluso en España, sino que la mayoría de las empresas que nos venden su ropa,
está fabricada en países en vías de desarrollo donde la mano de obra es barata.
Hay varios ejemplos de países que tienen una mano de obra barata y no existe un
comercio justo en cuanto a los productos que fabrican, ya que no reciben el
sueldo que les pertenecen sino que les pagan una miseria por una larga jornada
de trabajo en comparación con el beneficio que las grandes empresas le sacan al
producto. Un ejemplo de ello es Bangladesh, ya que la última prenda que compré
en una tienda de Inditex fue una camiseta que estaba fabricada allí.
Este país asiático ha registrado un
crecimiento constante de más del 6%, gracias a la mano de obra barata que
trabaja en la industria textil, lo que ha permitido que el país sea el segundo
mayor exportador textil del mundo. Este sector emplea a millones de mujeres
jóvenes, dándoles poder económico, lo que anima a las comunidades rurales a
invertir en educación. Por esta razón, aún queda mucho tiempo para que los
robots sean capaces de sustituir a estos trabajadores y adaptarse a los rápidos
cambios de la moda.
El crecimiento de los nuevos centros
de producción es uno de los cambios más interesantes en la economía global.
Estos centros ofrecen nuevos mercados para los productos de consumo, grandes
oportunidades para los inversores y una vía para sacar a millones de personas
de la pobreza. Pero, a pesar del avance de Bangladesh, hay dudas sobre si puede
decirse lo mismo de otros países vecinos.
Los consumidores y consumidoras
también tenemos contratos y acuerdos con quienes nos venden buena parte de los
productos textiles. Y por escrito. Son tickets y etiquetas. Los tickets hablan
del precio, la fecha, los impuestos y los derechos que tenemos. Las etiquetas
hablan de la calidad del producto y de las recomendaciones sobre su lavado.
También suelen poner en pequeño “Made in Bangladesh". Y ya está. Nada
dicen sobre quién está detrás de su producción. De si se han respetado las normas
laborales y medioambientales correspondientes. De si hay gente jugándose la
vida por respetar esos contratos con nosotros.
Bangladesh es uno de los mayores
exportadores textiles del mundo. De hecho, es uno de los grandes motores de
crecimiento del país asiático y suponen una quinta parte de su PIB. Según
diversos informes, da trabajo a unos cuatro millones de personas, la mayoría de
ellas mujeres. “La mano de obra de Bangladesh es una de las más baratas de la
región, y gracias a esto, ha conseguido una posición ventajosa respecto a otras
zonas en el mercado textil global y ha hecho que en Bangladesh esta industria
haya experimentado un crecimiento espectacular en las últimas décadas”, explica
la ONG Ropa Limpia. Los salarios difieren, pero pocas veces superan los cien
euros al mes. Los empleados de una empresa que trabajaban fabricando productos
para compañías de Inditex cobraban unos 28 euros al mes. En India, un informe
del Centre for Research on Multinational Corporations documentaba hace unos
años cómo niñas y adolescentes trabajaban sin contrato más de 72 horas a la
semana con un salario de 0,88 euros al día. Para colmo, sólo podrían disponer
del dinero ganado una vez transcurridos entre tres y cinco años y lo emplearían
en la dote matrimonial. Entre las firmas involucradas en este escándalo se
encontraban: Inditex, El Corte Inglés, Cortefiel, Primark, Tommy Hilfiger,
Timberland, H&M, Marks&Spencer, Diesel, Gap y C&A.
Bajo mi punto de vista la confección
de ropa requiere de un largo proceso, y diversas ONGs llevan trabajando años en
conseguir un Comercio Justo y siempre identificando la demanda como una
oportunidad para el desarrollo. Pero esa oportunidad se concreta cuando los
contratos contemplan los derechos de todos, no solo de quienes consumimos.
También de los productores. “No les rebajes” es el lema de una de las campañas
que se han puesto en marcha. Cuando finalice esta iniciativa se pretende contabilizar
el número de personas que demuestran con su compra su preocupación por cómo
está hecha la ropa. El objetivo de todo esto es que el sector textil
convencional vea en el aumento de esas ventas una reclamación por parte de
quienes formamos la demanda. Porque nos corresponde, como consumidores y
consumidoras, adaptar nuestra demanda al respeto de los derechos humanos y no
permitir que estos se adapten para respetar nuestra demanda.
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